San Ireneo de Lyon, obispo, que, como atestigua san Jerónimo, de niño fue discípulo de san Policarpo de Esmirna y custodió con fidelidad la memoria de los tiempos apostólicos.
Ordenado presbítero en Lyon, fue el sucesor del obispo san Potino y, según cuenta la tradición, murió coronado por un glorioso martirio.
Debatió en muchas ocasiones acerca del respeto a la tradición apostólica y, en defensa de la fe católica, publicó un célebre tratado contra la herejía.
Evangelio según San Mateo (8,18-22)
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un letrado y le dijo:
-Maestro, te seguiré adonde vayas. Jesús le respondió:
-Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Otro que era discípulo, le dijo:
-Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre. Jesús le replicó:
-Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.
Palabra del Señor.