Fuerte aumento de los casos de depresión por la pandemia de COVID-19La combinación de la crisis sanitaria y la crisis económica triplicaron los pacientes con graves consecuencias en su salud mental, según un estudio de la Universidad de Boston. El crecimiento de síntomas como pérdida de interés en las actividades o ideas suicidas aumentó más que tras otros eventos traumáticos masivos, como los atentados del 11 de septiembre de 2001 o el huracán Katrina 9 de Septiembre de 2020 Compartir Tweet
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Un estudio alertó sobre la “segunda pandemia” que sucede en EEUU a consecuencia del COVID-19: se han triplicado los síntomas de depresión. (EFE/Peter Foley)

Mientras en el hemisferio norte la inminencia del otoño reaviva las conversaciones sobre una segunda ola de la pandemia de COVID-19, Catherine Ettman, de la Universidad de Boston (BU), advirtió que, en realidad, ya mismo está ocurriendo “una segunda pandemia”: se han triplicado los síntomas de depresión en los Estados Unidos.

Ettman es la autora principal de un estudio publicado en la revista de la Asociación Nacional de Medicina, JAMA Network, que partió del saber conocido de que los traumas masivos aumentan la depresión para encontrarse con una sorpresa: los efectos del coronavirus en la salud mental de los estadounidenses son más graves que los de los ataques del 11 de septiembre de 2001 o el huracán Katrina en 2005.

Desde que la pandemia llegó al continente americano se temía que semanas de angustia, miedo, tristeza y aislamiento afectaran el bienestar emocional de la población. Cuando la crisis sanitaria se convirtió también en una crisis económica, ese destino pareció sellado. Aun así, la investigación de BU no esperaba encontrar cifras tan grandes como las que arrojó una encuesta entre 1.441 personas parte del panel de AmeriSpeak, de la Universidad de Chicago: la cantidad de personas que sufre síntomas de depresión, según se midió entre el 31 de marzo y el 13 de abril, aumentó tres veces.

Entre los criterios para el diagnóstico de la depresión los encuestados informaron desde cambios en el apetito hasta pensamientos suicidas o sentimientos de que sería mejor estar muerto, desde problemas para concentrarse hasta trastornos del sueño, desde cansancio y falta de energía hasta pérdida de interés en las actividades que solían causar bienestar (incluido el sexo), desde sentimientos de inutilidad o culpa hasta desesperanza y abandono.